Ingeniería Ambiental y Botánica. Cómo nuestra profesión se conecta a otras para generar más impacto.


Ing. Josselyn Muentes

Ingeniera Ambiental graduada de la Universidad de Cuenca.

Actualizado: 08/09/24

El 16 de noviembre viajé a la provincia del Carchi, a la reserva Dracula para tomar un curso de Botánica dictado por Heinz Schneider. Este curso fue organizado por la Fundación Ecominga; lo que más me agradó de esta experiencia fue que pude conocer personas conectadas con su pasión y vocación. 

De alguna manera, todos los participantes del curso sentían afinidad por el bosque, más puntualmente con las plantas/árboles.  Entre ellos estaban personas de la localidad con trabajos relacionados a la conservación, ingenieros ambientales, forestales, agrónomos y biólogos. Lo que me impresionó mucho fue encontrar también a quienes se reconocen a sí mismos como ingenieros ambientales, al igual que yo. Me llamó la atención notar que decidieron dar una connotación de botánica a su perfil profesional, trabajan en la investigación y tienen conocimientos específicos para reconocer y describir flora del Ecuador e incluso realizan contribuciones a la ciencia en vacíos existentes de la biodiversidad. 

Esto me pareció curioso, se me ocurrió, ¿cómo serán?, ¿cómo combinaron sus conocimientos? o ¿cómo las bases adquiridas durante su formación académica les permitió ser tan o más competitivos que otras personas que eligieron una carrera de tercer nivel más orientada a esa línea? Así que decidí hablar con ellos para responder mis preguntas y me pareció tan interesante que lo quiero compartir, por eso, les contaré dos historias. 

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Fotografía de Marco Montero

Marco F. Monteros

Marco Monteros creció con la connotación de la montaña, su abuela le contaba cosas del campo y en el colegio también tuvo esa afinidad. Su tío trabajaba en el Parque Nacional Cayambe Coca. 

– De niño me llamaban la atención los animales; al elegir la carrera, algo que fue decisivo para mí, era el trabajo de campo, pensaba en ser guardabosque. Las aventuras, me interesaba la literatura de Humboldt, Darwin, quería estudiar Biología, pero no pude. 

Comentó que, durante las carreras, los conocimientos que se imparten son como un abrebocas, no te profundizan. Desde sus inicios, a M. Monteros le gustaban las flores:

– Una vez fuimos a Oyacachi con unos amigos a pescar y a las termas, ahí vi mi primera orquídea y además en clases de la U, esa orquídea apareció en una foto, entonces me di cuenta de que ahora sabía qué era lo que había visto. 

Me comentó que en la universidad no enseñaban tanto al respecto, así que empezó a educarse de manera autónoma. 

La persona que ayudó a M. Monteros a especializarse en orquídeas fue Luis Baquero, a quien conoció en el 2015. 

– Yo estaba empezando en planificar mi tesis cuando en el 2015, a Ecuador lo declararon País de las orquídeas, se promovían estrategias relacionadas al biocomercio, investigación y otras alternativas para el turismo. En ese sentido decidí hacer mi tesis de grado, sobre orquídeas.  

Marco realizó su tesis utilizando herramientas informáticas, algoritmos, orquídeas más la articulación de acuerdos internacionales y la normativa ambiental nacional para proponer un área de conservación. Me comentó que antes, las áreas protegidas se definían únicamente en función de lo que no es productivo, pero en realidad se debe definir con una visión para la planificación. Y es esta misma planificación la que conecta sus conocimientos de ingeniería ambiental y orquídeas, al establecer objetos de conservación, según comentó.

Los objetos de conservación son importantes para justificar la conservación. Las orquídeas son el hábitat de organismos, muchos dependen de ellas, forman parte importante de la biomasa de los bosques. 

Para Marco, especializarse en esta línea ha sido un complemento y no una limitación, a su vez le ha dado una visión más amplía para que junto con las herramientas que adquirió como profesional pueda ingeniar alternativas sostenibles que integren la conservación y un manejo adecuado de los recursos naturales. En relación a las ideas y proyectos, Marco mencionó: 

– El bosque puede mover recursos, ¿Por qué las orquídeas no pueden hacer algo así?, necesitamos tener soluciones, ¿qué puedo hacer yo, para que las comunidades las tengan? Ya se está ejecutando una idea, aunque poco a poco, pero ya ha habido cierto interés. Se ha socializado y capacitado, se quieren dar herramientas y las orquídeas pueden dar una opción. Es posible tener un buen manejo del recurso, ya que en el bosque se caen ramas y en ellas, orquídeas; más del 80% de las orquídeas que se caen, mueren. Necesitamos buscar la manera de manejar nuestros recursos, entendiendo los principios ambientales y naturales para que estos no se vean afectados y que sean una oportunidad para nuestro país.

Como experto en orquídeas e ingeniero ambiental, M. Monteros conoce los procesos de regulación y puede incluso, reconocer falencias en la normativa para el manejo de las orquídeas. Marco actualmente es Director Ejecutivo de Fundación EcoMinga, una organización que cuenta con 15 áreas de conservación en Ecuador, ubicadas en las provincias de Carchi, Imbabura, Tungurahua y Pastaza. Él mencionó que, como organización de conservación, tienen objetivos a largo plazo para poder establecer mecanismos de conservación que garanticen la protección de zonas únicas con alta biodiversidad y endemismo en el Ecuador. Uno de los logros más importantes de Fundación EcoMinga es la incorporación del Área Protegida Cerro Candelaria y Río Zuñag al Sistema Nacional de Áreas Protegidas lo que ha permitido fortalecer los criterios para el establecimiento del Corredor Ecológico Llanganates Sangay.

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Fotografía de Marco Jiménez

Marco M. Jiménez

Actualmente Marco M. Jiménez se especializa en orquídeass, ericáceas y melastomatáceas. Él también conoció a Luis Baquero, licenciado en Biología, quien fue su mentor en Taxonomía vegetal; sin embargo, sus conocimientos los profundizó leyendo gracias al interés que tuvo en la temática.

-Mi papá cultivaba orquídeas desde que yo era un niño y fue guía naturalista de los europeos y norteamericanos que llegaban a Zamora. Una vez le regalaron unos libros de orquídeas a mi papá, él los dejó por ahí y luego los leí, me quedé muy impresionado con las ilustraciones y descripciones botánicas que incluían

Marco Jiménez confesó que iniciar este camino puede ser un poco solitario, pocas personas se dedican a identificar especies botánicas. De hecho, con franqueza reconoció que donde vive la gente no entiende lo que hace. Les contaré un poco de su historia:

Él tenía 36 años cuando se graduó, su primer trabajo fue como Ingeniero en Gestión Ambiental por unos tres meses. Un día alguien le dijo “Vamos hacer rescate de orquídeas”, se trataba de un proyecto local en el que participaría como asistente. Luego se desempeñó como asistente del componente flora, así amplió sus conocimientos más allá de las orquídeas; posteriormente fue técnico de flora y manejaba viveros. 

– Si quieres un trabajo, tienes que ir leyendo e informándote para hacerlo bien – dijo M. Jiménez quien después empezó a hacer estudios de flora y líneas base en la parte de flora para Estudios de Impacto Ambiental (EIA). También realizó monitoreos bióticos, inventarios forestales, rescates y reubicación de flora para proyectos hidroeléctricos, eólicos, entre otros, y una lista de orquídeas para la Fundación Ecominga. 

– Siempre fui parte de EIA bien hechos y en mi tiempo libre me dedicaba a escribir papers. Gracias a los ensayos que hice como trabajos de la universidad inicié con la publicación de artículos sobre flora en una revista local en Zamora que se llama Yaguarzongo. En el año 2011 conocí a Günter Gerlach de Alemania con quien fui coautor aportando fotos para un artículo. Posteriormente, trabajé con un amigo estadounidense haciendo la parte etnobotánica de las costáceas (cañas agrias), ese fue mi primer artículo en inglés. En el año 2016, nombré en un artículo a mi primera especie de orquídea como Pleurothallis nangaritzae gracias a la ayuda de Mark Wilson de los EEUU (autor principal del artículo). 

Luis Baquero le dio a M. Jiménez una orquídea que no estaba descrita, ese fue su primer artículo totalmente hecho por él. Para ello, se trasladó de Zamora a Quito por una asesoría. Posteriormente la especie fue nombrada como Pleurothallis chicalensis. 

  • Seguí haciendo consultoría y en mi tiempo libre me dedicaba a escribir. Era mi hobbie. Desde abril de este año (2023), ya estoy escribiendo como un trabajo, soy técnico de investigación de la Universidad de las Américas y publico la mayoría de mis investigaciones en Phytotaxa, una revista de Nueva Zelanda.  

Cuando le pregunté a M. Jiménez si esta trayectoria había ampliado su campo laboral me dijo que pocas personas escogen ese camino y está disponible para los que quieren, pero sí falta mucho por abarcar, más personas deben sumarse, pues hace más de 50 años que se están describiendo orquídeas y todavía existe un gran número de especies que no lo están. Su idea es que el conocimiento se vaya ampliando, trabajar en equipo para que se conozca más de la flora del Ecuador. 

En fin, dos historias simplemente extraordinarias que muestran con su ejemplo cómo la vocación y la autoformación pueden forjar caminos relevantes dentro del contexto profesional medioambiental, la botánica y la investigación. 

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